Música e innovación II: el kaossilator

Recuerdo un concierto, hace unos años, de una banda española. Un miembro de la banda tocaba la guitarra. Otro cantaba. Uno más jugaba con un aparato pequeño y compacto, del que extraía sonidos alienígenas. “Una tablet con alguna aplicación para hacer ruiditos”, imaginé. Pues no. Un amigo común me presentó

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el Kaossilator

Recuerdo un concierto, hace unos años, de una banda española. Un miembro de la banda tocaba la guitarra. Otro cantaba. Uno más jugaba con un aparato pequeño y compacto, del que extraía sonidos alienígenas. “Una tablet con alguna aplicación para hacer ruiditos”, imaginé.

Pues no. Un amigo común me presentó a los integrantes del grupo tras el concierto. No perdí la oportunidad de mencionar cómo me había gustado aquel aparato. “Es un kaossilator”, me dijo el músico. Y, en vista de mi expresión de desconocimiento total, añadió medio en broma: “Un aparato para los que no tienen idea de hacer música. Tú dibujas con el dedo en la pantalla y salen los efectos”.

De vuelta a casa no tardé un segundo en consultar a San Google, que me indicó que, en efecto, se trataba de un sintetizador multiefectos con panel táctil. Lo produce Korg, marca insignia en su terreno, y no resulta demasiado caro, comparado con lo que supone un equipo mínimamente profesional.

Ha pasado el tiempo, pero nunca me olvido de este grupo y su maravilloso panel de efectos electrónicos. Para ellos sería un simple juguete, pero a mí me proporcionó un concierto divertido y un descubrimiento tecnológico fascinante.

Por cierto que, durante la pandemia, Korg y su competencia Moog regalaron aplicaciones de sintetizador para superar el confinamiento. Me pregunto cuántos pisos resonaron con las ondas del espacio del grupo que yo había visto un tiempo atrás.