Música e innovación III: el Otamatone y la infancia

Hace poco le regalé a un familiar que es técnico de sonido un otamatone. El propósito era sorprenderle, y vaya si lo conseguí. ¿Qué es este cacharro?, me preguntó. Y le conté más o menos lo que sigue: El otamatone es una mezcla de juguete e instrumento electrónico, un aparato

Artículos recientes

música e innovación

Hace poco le regalé a un familiar que es técnico de sonido un otamatone. El propósito era sorprenderle, y vaya si lo conseguí. ¿Qué es este cacharro?, me preguntó. Y le conté más o menos lo que sigue:

El otamatone es una mezcla de juguete e instrumento electrónico, un aparato de origen chino con forma de corchea, decorada con ojos y boca. Lo diseñó una empresa en colaboración con unos artistas japoneses. Se trata de un sintetizador a pilas que se aprieta en la base (la cabeza del simpático bicho) con una mano mientras se deslizan los dedos de la otra en su mástil para producir diferentes notas. Al apretar la base, el muñeco abre la boca, de modo que parece que la corchea cantase.

Puedes encontrar otamatones en distintos colores, pero el clásico es, por supuesto, negro, como las corcheas que se escriben sobre un pentagrama.

Aunque existen versiones de lujo, la idea del aparato es que sea barato y que cualquiera pueda jugar con él. El sonido del otamatone es deliciosamente casero, como aquellos antiguos teclados Casio que siempre sonaban un poco a refrito de los ochenta.

Y esto es lo bueno. La música, como cualquier disciplina, se disfruta más si se inculca desde la infancia. Qué mejor manera de hacerlo que por medio de un instrumento asequible y divertido. Cuántas cosas se han aprendido jugando.

Así pues, aunque no tenga la calidez, el rango sonoro o la textura de un violín Stradivarius o un piano de Steinway & Sons, desde aquí celebramos la existencia del otamatone y deseamos que fomente la creatividad y la curiosidad de muchos futuros intérpretes.

Seguiremos revisando casos de música e innovación en futuras entradas. ¡Hasta pronto!

Imagen | Otamatone, por Ars Electronica (crédito: rubra)
Fuente | Flickr