Música e innovación I: el theremin

En 2mdc no solo nos gusta el software sino el también el hardware. Es más, interior y exterior nos parece todo parte esencial de la misma cosa y merecedora del mismo interés. Y hemos pensado en hablar en una serie de artículos sobre nuestros aparatos preferidos, los que quizá no

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Theremin

En 2mdc no solo nos gusta el software sino el también el hardware. Es más, interior y exterior nos parece todo parte esencial de la misma cosa y merecedora del mismo interés. Y hemos pensado en hablar en una serie de artículos sobre nuestros aparatos preferidos, los que quizá no sean conocidos por el público general, pero lo bastante curiosos como para detenerse en ellos. Como además de aficionados a la tecnología somos también melómanos, centraremos la mirada en la música y en algunas de las innovaciones más curiosas que hemos conocido.

En esta primera entrega tenemos la historia de un ingeniero e inventor ruso, padre del primer instrumento electrónico, que además se toca sin tocarlo. ¿Raro? Pues pasa ya de los cien años de vida. Hablamos de León Theremin, padre del instrumento que toma su nombre del apellido del creador (Termen, en el ruso original).

Theremin combinaba dos saberes que iban a conducirle a su creación de manera inexorable, pues era tanto músico como científico. Tras su paso por diversos ámbitos e instituciones, en las que no abundaremos, diseñó en 1920 este instrumento, que consistía en dos antenas que emiten señales eléctricas, dispuestas de tal manera que el instrumentista puede manejar cada una con una mano. La antena de la mano derecha controla el volumen, la izquierda las notas. Basta con que la mano entre en el campo electromagnético para producir el sonido, es decir, que la ejecución del instrumento se realiza sin tocarlo, mediante el aire alrededor de él.

La creación del theremin fue fruto, como suele pasar, de la casualidad. Durante un trabajo en su laboratorio de un aparato de medida de la constante dieléctrica en gases, el ingeniero se dio cuenta de que los osciladores de audio alteraban su frecuencia cuando la mano se acercaba a sus circuitos.

Theremin presentó el aparato en concierto frente al mismo Lenin en 1922 (el padre de la URSS siempre incentivó el desarrollo técnico, y la electrificación del nuevo Estado soviético y la difusión del cine fueron prioridades durante su mandato) y lo patentó en 1928. Ese mismo año, el ingeniero encontró a la otra persona determinante en la trayectoria del instrumento, la intérprete Clara Rockmore.

Rockmore era violinista, pero una enfermedad ósea había truncado su carrera. El theremin resultó crucial para ella, pues sus características se adaptaban a sus necesidades, tanto como ella se adaptó al aparato, pues los testigos de sus primeros contactos con él aseguran que Rockmore lo manejaba con una intuición y maestría sin igual.

Rockmore pidió al ingeniero que diseñara un aparato especial para ella, con capacidad para alcanzar un mayor número de octavas. Con este aparato, el modelo RCA, manufacturado en 1934, interpretó numerosas obras, escribió un método para su aprendizaje y manejo y grabó piezas clásicas adaptadas.

Todo hubiera quedado en una mera curiosidad de no ser porque el aparato irrumpió en la cultura popular de la mano del cine fantástico y de ciencia ficción. Gracias a su sonido enigmático y vaporoso, el theremin resultaba perfecto para sus bandas sonoras. Y de ahí se produjo un nuevo salto, cultural, musical y generacional: los jóvenes músicos de los años sesenta lo descubrieron e incorporaron a sus grabaciones. Se considera a los Beach Boys como iniciadores del theremin en el rock, incluido en su magistral álbum Pet Sounds. Bandas como Led Zeppelin o los Rolling Stones contaron también con él.

La historia del aparato y su inventor ejercieron una enorme influencia en otros creadores fundamentales en la música electrónica, como Robert Moog, padre de los sintetizadores.

Theremin y Rockmore pasaron una larga temporada separados, pero la historia tiene final feliz. Creador e intérprete se reencontraron en su vejez en Nueva York, a principios de los años noventa. Rockmore aún conservaba su viejo theremin RCA, que tocó para él en su apartamento. Muchos habían querido comprarlo, pero Rockmore jamás se desprendió de él.

Estas y otras historias pueden conocerse en Theremin: An Electronic Odyssey, un magnífico documental de 1993 que, en cierta medida, recuperó sus nombres para la historia.

Imagen | Bruce Woolley with RCA Victor Theremin 2014
Fuente | Wikipedia Commons