El libro de papel y el electrónico: ¿camino al equilibrio?

Los libros digitales nos acompañan desde más tiempo de lo que parece. En el lejano 1993 se publicó el primero, y cinco años después salieron a la venta los primeros e-readers. Más de dos décadas en las que hemos asistido a infinitos debates sobre su implantación, coexistencia con los medios

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Girl with book Los libros digitales nos acompañan desde más tiempo de lo que parece. En el lejano 1993 se publicó el primero, y cinco años después salieron a la venta los primeros e-readers.

Más de dos décadas en las que hemos asistido a infinitos debates sobre su implantación, coexistencia con los medios impresos o incluso desaparición.

En 2007 aparece Kindle, el lector de Amazon, que supone un verdadero pistoletazo para la popularización del formato gracias a su bajo coste. En los años siguientes sucede un pequeño boom, casi diríamos una burbuja, de ventas, que sin embargo se desinfla poco después.

Al margen de polémicas, vamos a revisar el estado actual del libro electrónico y el impreso, basándonos, en lo posible, en puras estadísticas.

¿Qué se pronosticaba?

A finales de la primera década del siglo, la actitud hacia el libro electrónico era poco menos que de euforia. En 2009, en la Feria del libro de Frankfurt, la mayor feria comercial del mundo, se vaticinaba que el digital superaría al papel en 2018.

Otros expertos y gurús se atrevieron con un margen aún menor, y en 2010 dijeron que para 2017 el libro digital dominaría el mercado. En esas fechas, la Federación de Gremios de Editores de España secundaba esa opinión al observar una subida de un 40% del sector digital. En 2011, Amazon proclamaba un “sorpasso” de ventas digitales sobre el papel en su plataforma.

Durante el incremento de ventas de ebooks de 2010 a 2013, mensajes similares sonaron por todas partes. Cuatro intensos años de crecimiento exponencial que parecía no tener fin.

¿Qué ha sucedido desde entonces?

Ya ha llegado la prometida fecha de 2017, la vaticinada por los expertos más valientes como la de culminación absoluta del libro electrónico. Sin embargo, la realidad ha resultado ser distinta.

Desde aquel 2013, las ventas digitales no han dejado de bajar y las de papel, de subir. De los 214 millones de libros electrónicos vendidos en 2013 se ha bajado a 180 millones en 2015.

Estados Unidos es la referencia de cara al libro electrónico, y suele marcar la tendencia que el resto sigue. En este país, abril de 2015, en el informe anual de la asociación de editores, se confirma una caída de -9,5% tras dos años de estancamiento. Terminado el año 2015, Kempton Mooney revisa el dato en otro estudio y estima una caída de un 12,7%.

En el Reino Unido, mismo año, se observa un descenso de ventas del libro electrónico del -2,4%.

En España, en 2014, la venta de títulos digitales desciende un 1,9%. Cifras suficientes para confirmar que, pese a su acepción en la sociedad, las ventas de libros electrónicos están decayendo de manera generalizada.

Varios estudios como el informe de la Unión Europea sobre el mercado del ebook en Europa o el de la revista The Bookseller ratifican el desplome de ventas.

Conclusión: el papel sube, el digital baja.

Por supuesto, los libros pirateados quedan fuera de este cómputo, así como los libros sin registro ISBN. Pero también lo están los usuarios que toman prestados libros impresos de las bibliotecas, o los que compran fanzines y libros no profesionales. Para no extendernos demasiado, esta “economía sumergida” tendrá que quedar para futuros artículos.

Mientras tanto, el libro impreso…

Durante estos años de debacle digital, el libro impreso inicia una escalada lenta pero segura.

El 95% de los libros que se venden en España a día de hoy son de papel. Y cada vez se venden más. El Sant Jordi de 2014 se superó en un 6% más que el año anterior. La Feria del Libro de Madrid lleva cuatro años consecutivos incrementando ventas.

No obstante, muchos libreros se lamentan de que las ventas se han focalizado en “picos” estacionales: Navidad, la Feria del Libro de Madrid, Sant Jordi. Como si las compras ahora fueran compulsivas, casi ancladas a una moda, y el resto del año el lector se olvidara de los libros. Cosa por otro lado muy sintomática de los tiempos actuales y no exclusiva del sector editorial, como demuestran los incrementos de venta en tecnología en fiestas comerciales como el Black Friday.

Amazon, quien fuera adalid del libro electrónico, ha tomado nota de la persistencia del medio impreso, y según el Wall Street Journal, planea abrir entre 300 y 400 librerías, como continuación de la que se abrió en Seattle en noviembre de 2015.

Preferencias

Las ventas son una de las patas del banco. Otra son los lectores, que bien pueden leer libros comprados, prestados o regalados. Observemos su comportamiento.

En 2015, el CIS publica una encuesta según la cual el 79,7% de los españoles prefiere leer libros impresos. Aunque se aprecia un 15,2% de ciudadanos lectores digitales “estables”, es decir, habituales, que tienen una lectura digital consolidada.

En EEUU pasa algo parecido. El 65% de los adultos dijeron haber leído un libro impreso en 2015, mientras solo un 28% leyó uno digital.

Sobre qué opinaban de la relación entre los dos formatos, el 42% de los encuestados predijeron que ambos convivirán en el futuro.

El estudio sacó a la luz un resultado curioso: el público lector digital mayoritario no era quien se pensaba. Los ciudadanos maduros, y no los jóvenes, resultaban ser los principales usuarios de e-readers. Como si los jóvenes, después de utilizar sus dispositivos para trabajar, ver vídeos, relacionarse o jugar a videojuegos, necesitaran el respiro de descansar de la pantalla y refugiarse en el papel.

De hecho, el 92% de los estudiantes de Estados Unidos admite preferir libros impresos para estudiar, ya que dicen que les ayuda a concentrarse mejor, indica una encuesta realizada por Naomi S. Baron, directora del Centro de Enseñanza, Investigación y Aprendizaje de la Universidad en Estados Unidos.

Dentro de poco podremos observar en España si los impuestos con que se gravan a ambos formatos tienen algo que ver en estas fluctuaciones. Hasta hace poco, la carga impositiva para los libros electrónicos era del 21% del IVA, mientras que los impresos tenían solo el 4%. El Gobierno español anunció el diciembre pasado que aplicaría a ebooks y prensa digital el mismo IVA que a los libros de papel. Uno de los grandes motivos de queja de los editores digitales se desvanece.

El rol de las editoriales

Pero quien crea los libros no son las tiendas ni los lectores sino las editoriales. Y la mayoría de ellas reniega del formato, o lo incluye en su negocio con desgana. Hay buenas razones.

Para empezar, el mercado digital es altamente tóxico, ya que dos corporaciones internacionales, Amazon y Apple, controlan el 90% del mercado, deciden lo que se oferta y lo que no e imponen su formato según su modelo de negocio. Además, las dos compañías han tenido controversias respecto al pago de sus impuestos y el trato a sus empleados, lo que aumenta su toxicidad, ya que ni generan riqueza en los países donde operan (o no demasiada), ni buena fama.

Este monopolio a dos bandas ha desanimado a editores inicialmente entusiastas como el de la editorial Nórdica. Editoriales como Libros del KO confiesan que el porcentaje de ventas digitales es de un 10% de los libros. Impedimenta asegura que no supone apenas ganancia, y la prestigiosa Valdemar directamente opta por no editar en digital.

Al margen de las restricciones técnicas, el consenso generalizado entre las editoriales españolas es que los libros electrónicos no bastan para sostener sus negocios, motivo por el que no apuestan por ellos.

¿El futuro?

Los libros digitales se hunden, los lectores no los prefieren y a los editores no les compensa (y a muchos ni les gusta).

Sin embargo, PwC anuncia que para 2018 las ventas de libros físicos supondrán 53.8 mil millones de dólares en ganancias, y los ebooks 46 mil millones. Según esta consultora, en 2020 las ventas serán iguales en Estados Unidos y Reino Unido. Veremos si aciertan, o si queda en un pronóstico de gurú como los del 2009 y 2010.