Ciudades inteligentes (I): Rivas

“Ciudades inteligentes” es un término que se oye y se lee cada vez más a menudo en los medios de comunicación y en Internet. Pero, ¿qué significa exactamente? Wikipedia las define como lugares donde “la inversión social, el capital humano, las comunicaciones, y las infraestructuras, conviven de forma armónica con

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Ciudad_Inteligente “Ciudades inteligentes” es un término que se oye y se lee cada vez más a menudo en los medios de comunicación y en Internet. Pero, ¿qué significa exactamente? Wikipedia las define como lugares donde “la inversión social, el capital humano, las comunicaciones, y las infraestructuras, conviven de forma armónica con el desarrollo económico sostenible, apoyándose en el uso y la modernización de nuevas tecnologías, y dando como resultado una mejor calidad de vida y una gestión prudente de los recursos naturales, a través de la acción participativa y el compromiso de todos los ciudadanos.”

El término, en su versión inglesa, ha sido popularizado sobre todo por IBM. Esta compañía desarrolla herramientas de tecnologías de la información para mejorar la planificación y gestión de los gobiernos, fomentar una infraestructura eficiente y beneficiar a la ciudadanía a través de sus servicios. IBM llama a este proyecto multidisciplinar “Smarterplanet”.

La cuestión de cómo puede una ciudad prosperar y al mismo tiempo ser más habitable, pero sin impactar al medio ambiente no es ninguna tontería. Según la ONU, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades a mediados de este siglo.

Pese a su importancia para nuestro futuro, no existe un consenso sobre cómo se debe trabajar para un desarrollo urbano eficaz. “Ciudad inteligente” es un concepto demasiado abstracto y amplio como para repasarlo en un solo artículo, pero en 2mdc nos resulta tan atractivo que trataremos algunas de las estrategias más innovadoras de las que tengamos noticia en varios artículos.

Hoy no marchamos muy lejos: si hay una ciudad española que aparece muy a menudo en los rankings de ciudades inteligentes es Rivas Vaciamadrid. Esta pequeña localidad madrileña ha tenido el honor de compartir podio con Estocolmo o Boston en una lista de las ciudades inteligentes más prometedoras.

Hagamos un poco de historia: en 2004, el gobierno de la ciudad (por entonces con ochenta mil habitantes) se comprometió con la creación de una red de fibra óptica, que ahora cuenta con 120 kilómetros de acceso a Internet por banda ancha.

Desde entonces, todos los edificios gubernamentales están siendo conectados con tecnología del máximo nivel. Los controles de acceso, por ejemplo, han sido implementados gracias a la domótica: algunos de los centros educativos y otros edificios públicos pueden controlarse mediante dispositivos móviles. La videovigilancia y el control semafórico son otros de los campos automatizados.

El sesenta por ciento de las calles tienen Wi-Fi. El consumo de agua, gas y electricidad está controlado en tiempo real, lo que les ha permitido ahorrar un 40% de energía en uno de sus edificios.

Otro de sus objetivos es rebajar a cero las emisiones para el año 2030. ¿Cómo? Una pista: no hablan de recortes ni austeridad, sino de inversión. Inversión en planes innovadores, investigación, sostenibilidad ambiental, eficiencia energética y optimización de su gestión administrativa.

Rivas, como es lógico, no ha hecho el trabajo por sí sola, sino mediante alianzas con grandes compañías como Cisco o Indra. La ciudad forma parte de la Red de ciudades de la Ciencia y la Innovación, donde opta a acoger instalaciones científicas y tecnológicas.

Estos avances y planes tan ambiciosos no fueron entendidos del todo en el momento de anunciarlos, hace ya una larga década. Ahora, medios de comunicación los reseñan, diversas organizaciones los premian y unos cuantos países como China, Venezuela, Argentina o Brasil, están demostrando su interés por invertir en Rivas. Esto demuestra que a veces interesa más invertir a largo plazo y en el trabajo constante que en la inmediatez del día a día.

¿Supone esto algo en cifras económicas? Hay que decir que sí: se estima que en 2012 la ciudad ahorró unos dos millones de euros gracias a sus mejoras tecnológicas. Ojala otras muchas de nuestro país sigan su ejemplo.