El ciclo de vida de un móvil

Los smartphones son elementos casi insustituibles de nuestra vida, aunque la mayoría de nosotros apenas sabe algo de ellos aparte de que son un conjunto de placas, circuitos impresos y carcasas. Hay que reconocer que se trata de un dispositivo complejo: la trayectoria que recorren hasta acabar en nuestras manos,

Artículos recientes

Los smartphones son elementos casi insustituibles de nuestra vida, aunque la mayoría de nosotros apenas sabe algo de ellos aparte de que son un conjunto de placas, circuitos impresos y carcasas.

Hay que reconocer que se trata de un dispositivo complejo: la trayectoria que recorren hasta acabar en nuestras manos, y después de que los dejemos, es bastante más larga de lo que parece y recorre medio mundo. Nosotros solo formamos un pequeño eslabón en la cadena de personas involucradas en la vida de cada teléfono.

¿Qué tiene y de dónde viene mi móvil?

Un smartphone se compone de cristal, plástico, metales y elementos químicos. En total, más de 300 materiales, incluyendo 16 metales raros (llamados así no porque sean difíciles de encontrar sino por su dificultad de extracción y separación de otros metales). Ahora bien, conocer exactamente el origen de todos ellos es difícil. Vamos a repasar esos materiales y en la medida que podamos, sus orígenes.

Empecemos por la pantalla de un teléfono, que debe ser capacitativa y transportar la electricidad, por lo que debe incluir indio y estaño combinados con oxígeno, lo cual da lugar a un óxido que transporta la electricidad.

Las pantallas de cristal líquido incluyen platino, cuya extracción requiere excavar a gran profundidad y conlleva grandes riesgos.

El cristal es de aluminiosilicato casi siempre, una suma de óxido de aluminio y óxido de silio, normalmente endurecida con iones de potasio.

Los colores de la pantalla son responsabilidad de tierras raras como gadolinio, itrio, praseodimio, lantano, disprosio, terbio o europio.

Seguimos con las baterías, que se componen de litio combinado con cobalto, carbono, aluminio y oxígeno. Gracias a esta combinación se forman ánodos y cátodos, que ejercen de polos positivo (el electrodo de óxido de cobalto y litio) y negativo (el electrodo de grafito). La batería se aloja en un compuesto de aluminio.

Los elementos microeléctricos del interior del teléfono requieren de cobre, oro y plata, además de tantalio para los conductores y condensadores. Las principales minas de oro están en Indonesia, Uzbekistán y Suráfrica.

El microprocesador lleva níquel y una aleación de otros componentes como el silicio. El altavoz y el micrófono incluyen neodimio y gadolinio, y la unidad de vibración requiere de disprosio, praseodimio y terbio.

Los circuitos son de cobre, que viene en casi la mitad de los casos de Chile y Perú. Las soldaduras de los circuitos se hacen con estaño y plomo. El estaño procede de China, Malasia, Perú, Bolivia, Brasil y sobre todo Indonesia.

La carcasa del smartphone incluye magnesio, bromo para que resista el calor y níquel para evitar interferencias electromagnéticas. Los elementos plásticos se extraen, como todos sabemos, del petróleo.

De todos estos materiales, quizá el mejor rastreado –sin duda por los problemas sociales que causa- es el cobalto.

El cobalto se extrae de minas artesanales en la república democrática del Congo. De ahí se exporta a China donde se procesa. El Congo exporta la mitad del cobalto del mundo, un 20% del cual se obtiene de minas artesanales.

El cobalto procesado se lleva a Japón o Corea donde se utiliza para fabricar baterías recargables.

Las baterías viajan al resto del mundo, sobre todo Asia, Europa y Estados Unidos.

El Congo tiene, además, el 80% del coltan mundial. De esta aleación se extrae el tantalio, metal muy valioso y resistente al calor, necesario para muchos equipos electrónicos, ya que gracias al tantalio se fabrican condensadores electrolíticos de gran calidad.

Muchos de estos elementos se tratan en refinerías de minerales. Como ejemplo, una de ellas está en un lago artificial en Baotou, Mongolia, al que se lanzan vertidos altamente tóxicos.

La corta vida larga de un móvil

El tiempo de uso de un smartphone es de 15 meses en Europa, 18 en Estados Unidos y apenas 9 en Japón, aunque la garantía obligatoria y la vida asegurada con todas sus prestaciones suele ser de un mínimo de dos años y la esperanza de vida total puede rondar los cinco.

Se deduce con esto que los móviles se abandonan cuando aún tienen valor de mercado. Por eso, después de que decidamos cambiar de teléfono, al antiguo le queda un último trecho que recorrer, del cual somos en buena medida responsables.

Y después, ¿qué?

Por desgracia, hay gente que se limita a tirar sus dispositivos a la basura, algo que os rogamos no hagáis nunca, jamás, en ninguna circunstancia (por favor). Aunque técnicamente cualquier cosa es biodegradable, solo el envoltorio plástico de una batería necesita 500 años de proceso. Los elementos químicos puede que nunca se descompongan y que perjudiquen al medio ambiente.

Otras personas simplemente los acumulan en casa. Más del 60% de los móviles terminan guardados en un cajón, lo que supone una media de cuatro móviles por persona.

Tirar un elemento tecnológico a la basura es una barbaridad. Cuando no se desea conservar un elemento de tecnología, la opción más sensata es reciclarlo. Solo el 8% de teléfonos usados se recicla. Cada millón de teléfonos en USA puede aportar 35.000 libras de cobre, 772 de plata, 75 de oro y 33 de paladio. Materiales que se pueden conseguir sin el trabajo y riesgo de sacarlos de una mina.

Los primeros datos de reciclaje, del año 80, arrojaron unos 15 millones de toneladas de materiales que se salvaron de verterse en el medio ambiente. En 2013 se previnieron 87.2 millones de toneladas y 186 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, el equivalente a 39 millones de coches rodando en la carretera durante un año (son datos de la agencia de protección del medio de EEUU).

¿Qué se hace con un smartphone inservible? En primer lugar, se trituran sus elementos y se van separando. Los materiales se pueden separar mediante insuflado por chorro de aire o por imanes que atraen los metales magnéticos y dejan los no imantados. Los elementos ya separados se reutilizan como nueva materia prima para construir nuevos electrodomésticos.

El reciclaje en el primer mundo es cosa fácil, pero en ciudades como Agbogbloshie, en Ghana, la situación es muy distinta. Niños, adultos y animales campan por vertederos de elementos tecnológicos abandonados. Se organizan bandas de recogida de elementos para vender. Los electrodomésticos se recogen, se queman o se usan para fabricar puentes a través de charcos de lodo. Las fogatas desprenden gases tóxicos y causan enfermedades a los que viven o trabajan en las inmediaciones.

Hay muchas maneras de reciclar un móvil para tratar de darle una última vida sin causar daños:

  • La mayoría de ayuntamientos de España tiene a disposición de los ciudadanos diversos puntos limpios fijos y móviles, donde se aceptan todo tipo de materiales, electrodomésticos y hasta muebles.
  • Muchas tiendas de telefonía móvil los reciclan. En algunos casos, el entregar un teléfono móvil de segunda mano puede suponer importantes descuentos o ayudas para comprar el siguiente.
  • Algunas ONGs los aceptan, Oxfam Intermon y Movilbank los reutilizan o separan sus componentes para darles nuevo uso. El envío es gratuito.
  • Venderlo en el mercado de segunda mano. Un teléfono que funciona, aunque no esté del todo actualizado, puede ser útil para otra persona. Se puede hacer en webs como Vibbo, MiTrastero o Wallapop.
  • Otra opción es venderlo a un revendedor o empresa especializada. Aunque un teléfono funcione mal, o no funcione nada, muchos de sus componentes aun sirven y pueden reutilizarse. Compañías como Zonzoo, Dinero & móviles o TopDollarMobile prestan este tipo de servicios.