Qué he aprendido de un niño que juega con Minecraft Education Edition

Carlos (es un pseudónimo) tiene siete años, y lleva seis meses jugando a Minecraft Education Edition. He podido observar la evolución en su forma de jugar, y debo decir que ha resultado fascinante. El primer impulso de Carlos al descubrir el juego fue el de hacer el gamberro. Saltaba, corría,

Artículos recientes

Carlos (es un pseudónimo) tiene siete años, y lleva seis meses jugando a Minecraft Education Edition. He podido observar la evolución en su forma de jugar, y debo decir que ha resultado fascinante.

El primer impulso de Carlos al descubrir el juego fue el de hacer el gamberro. Saltaba, corría, hacía agujeros en el suelo y les atizaba a los animales que se cruzaban en su camino.

Yo dejé hacer a Carlos. Al fin y al cabo, si no se divertía, nunca querría ir más allá. Tras dos o tres partidas le enseñé a colocar bloques y la utilidad de los elementos que tenía a su alcance, como las antorchas o las puertas. En la Education Edition se puede jugar en modo creativo, con acceso ilimitado a todos los materiales del juego y sin preocuparse por el hambre o los puntos de vida.

Carlos quedó fascinado, y construyó en poco tiempo un montón de casas, granjas y carreteras. Los tutoriales interactivos del juego le enseñaron todo lo que le faltaba por aprender, y su mundo se llenó de edificios y personajes.

Las ganas de conocer y superarse de Carlos parecían no tener fin. Además, era capaz de incluir sus propios gustos y experiencias en el juego, como por ejemplo, una versión en miniatura de su propia clase y profesores, o un personaje no jugador (o NPC) en representación de su madre. Todo esto sin yo imponer nada.

Vi que las áreas lógicas, espaciales y matemáticas de Carlos se desarrollaban deprisa. También la curiosidad por la programación. Construir o sobrevivir dejaban de ser los fines. Pronto apareció el deseo de modificar el mundo con el bloque de comandos, de hacer que lloviera o se hiciera de noche. Después, cuando los controles ya no suponían un reto, hubo un salto natural a mundos educativos prefigurados, como el de la primera guerra mundial, que le llevó a interesarse por los aviones, las banderas de los países y figuras como el Barón Rojo. Carlos estaba aprendiendo historia contemporánea sin darse cuenta.

Por último pero no menos importante, el vocabulario se amplió enormemente, gracias a la cantidad de elementos del inventario, ya sean muebles, materiales de construcción, tipos de fauna y flora, útiles de trabajo, etcétera. Es curioso cuando ves a un niño preguntar qué son la hulla, la obsidiana, el roble o el lapislázuli.

Como buen niño, a Carlos nunca le faltaba espacio para el humor, como cuando aprendió a crear una lluvia de pollos mediante el constructor de código, que le hizo reír a carcajadas.

En conclusión, ha sido una experiencia única el acompañar a un niño en su descubrimiento de un juego de tantas posibilidades como Minecraft. Quién sabe lo que podríamos contar de él en el plazo de un año.